Desde el inicio de la telefonía móvil, hemos tenido saltando de boca en boca el temor a las radiaciones y los supuestos efectos nocivos a nuestra salud física y emocional. Pero… ¿Es en realidad peligroso para nuestra salud? Responder se nos antoja complicado, puesto que prácticamente cada dos por tres nos encontramos un estudio diferente que desmiente al anterior.

En el Hospital Universitario de Örebroin en Suecia han llevado a cabo un reciente estudio, llegando a la conclusión que un uso normal y continuo (durante más de 25 años) de móviles y teléfonos inalámbricos, aumenta considerablemente la posibilidad de desarrollar un glioma (tumor cerebral). Conseguir fiabilidad en los resultados no es algo tan fácil, ya que se necesita el estudio de un número muy alto de sujetos (los suecos se acercaron a los 5.000) para llegar a conseguir un dato científico y con ello deberíamos tener en cuenta diferentes datos como pueden ser los antecedentes genéticos. Y no solo eso, ya que este tipo de enfermedades se desarrollan con el paso del tiempo (décadas), estos estudios se centran en unos cuantos meses o pocos años, esto no debería ser reflejo de lo que debería pasar dentro de 30 años.

A finales del 2011, la OMS (Organización Mundial de la Salud) daba a los campos electromagnéticos de la telefonía móvil un puesto en el grupo 2B. Este grupo está formado por  sustancias, productos o energías de las que hay un leve indicio de poder crear cáncer, pero sin tener certeza exacta. Estudio tras estudio se ha intentado poner a la tecnología de microondas como una fuente de peligro. Por el contrario y prácticamente de manera simultánea, salían a palestra otros estudios y evidencian que decían todo lo contrario. La revista ‘British Medical Journal’ (BMJ) recoge en su última edición un buen ejemplo de análisis durante un extenso periodo de tiempo. Se trata de la prolongación de un trabajo que evaluó a todos los usuarios de móviles entre 1996 y 2002, sin encontrar ninguna vinculación entre el uso móvil y la enfermedad e incluso afirmando que el riesgo es mínimo o prácticamente nulo. Patrizia Frei, investigadora del Instituto de Epidemiología del Cáncer de Copenhague, ha explicado a El Mundo.es que su trabajo «es el más extenso hasta la fecha, pero un solo estudio nunca puede cambiar el panorama global y todavía hay preguntas sin responder, como el riesgo del uso del móvil en niños o en usuarios empedernidos, y durante periodos de tiempo más largos».

Recientemente un estudio (en la Facultad de Medicina y Escuela Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Castilla – La Mancha) de cuatro años de duración confirma que la influencia de las ondas de telefonía sobre la salud es tan insignificante como «una bombilla de 100 W a 1 km de distancia». Tras estudiar los diferentes registros (se realizaron 8.640 registros y se obtuvieron 13 millones de datos), los doctores aseguraron que no corremos peligro alguno sometiéndonos a estas redes, haciendo manifestaciones destacables como: «El mando a distancia de la tele es 10.000 veces más potente que las ondas de radiofrecuencia y a nadie parece preocuparle»

¿Pero es perjudicial el móvil? Si y no, en lo que al cáncer se refiere, se está demostrando que en individuos llamémoslo «normales» no produce ningún tipo de riesgo el uso de estos terminales, ni a corto ni a largo plazo. Pero desde aquí quiero abrir otra puerta, nadie se ha parado a pensar en la desocialización, los problemas psicológicos generados por la dependencia o de la muerte del lenguaje escrito por culpa de un mal uso del mismo, son problemas reales, problemas que sí ha traído esta tecnología móvil que tanto nos gusta. Os propongo dejar vuestro iPhone en la mesilla de noche, visitar a vuestros amigos sin avisar o hasta escribir una simple postal. ¿Recordáis cuando fue la última vez de esto?